Postración

Mi presencia se ve opaca por la perdida total de interés que padece mi cuerpo. Las horas son como sueños que pasan por las ventanas de la fragmentación y los años se sumergen en el prolongado vacío del pasado intocable, nada parece cierto. Nada sigue igual, los días pasan por la rutina del desencanto y la desigualad de polígonos amorfos con la embriaguez de sus líneas. Nada es posible, sin antes ser imposible en las mentes de quienes carecen de sueños y del valor para emprender la oscura vacuidad.



Mis sueños se tornan amargos con el pasar de los días, cada vez son menos, con certeza puedo ver lo que sucede al final del arco iris, nada, simplemente nada.



Mis amigos carecen de piel, no son más que el éter a mi alrededor. Mil millas hasta el sur, mil días hacia la luz. Bien afortunados, benditos sean los animales, las bestias que alimentan su sed en los bancos del río. La lluvia deja su esencia, siento su presencia en los susurros de las hojas de los árboles y todo parece estar bien, todo parece ser libertad sin ambigüedad. Niña sin alma, noche de luna, qué paisaje recuerdas cuando en mis ojos ves las estrellas.



Mi consuelo esta en las decisiones apeladas por las suertes y la finura de los espejos del atardecer en un lago de cristal. Aguas tan cálidas, vientos tan fríos, qué se esconde detrás de la amargura de tu querer. Nada, eres vacío y nada más. No existe nada en la profundidad de ese caparazón que contigo cargas. Los años no son más que miseria, mis años son lo que fuiste tú, triste amargura y soledad insoportable soledad, y nada más.



Los días pasan tu no estas, pero tampoco la felicidad que jamás soltaras, ni permitirás ser. Nada existe cuando las cosas son así, sólo el mal prevalece en tu ausencia. Felicidades, acabaste con todo, mi pequeña soledad.