Postración

Another blog about nothing and everything all at once..

martes, febrero 15, 2005

 

Despertar de Crassnil







Hay días en los que la fuerza simplemente parece escapar de nosotros, dejandonos abandonados sin rumbo, ni destino, en estos las cosas que muy pocas veces llegan siquiera a tener sentido lo pierden del todo, y que es lo que en el caparazón espera, nada sólo silencio. Este y todos los anteriores parecen ser de esos días, carentes de fuego, bañados en la miseria de la rutina del dolor perpetuo. Nada, ni siquiera los perros y su insoportable ladrar me acompaña en este momento de tan ambigua soledad, una que no se de donde ha salido ni cuando se detendrá. Porqué son las cosas y los días así, no lo sé, no lo sé, ni siquiera sé porque continuo yo aquí. No tiene sentido mantenerme en este o cualquier otro lugar. Las voces que invaden mi cabeza son las del pasado, traen consigo un amargo tormento que no deja de sangrar.




La perdida de la inocencia, no significa nada para mi. Pues sigo siendo un inocente pobre imbécil. Nada puede liberar la furia suficiente para alejar este dolor, para sacarme de este cuerpo cansado y vacío, no tiene sentido seguir. Nada tiene sentido. No para mi.




Las noches son más frías de lo que jamás fueron, el frío penetra mis huesos, gastados por el polvo y la lumbre de las falsas salidas de mi vida. No puede seguir esto así, no puede esto ser verdad. No puede ser cierto que mi único consuelo sea la muerte. Una muerte asolas como la de un anciano que desaparece en el abandono de los suyos. Maldita amargura que plaga el existir en este vacío. Maldita soledad, maldita felicidad, maldita tristeza que se hace de mis venas. Me niego a seguir en la penumbra de mi ser, me aniquila la verdad de las cosas de los hombres y la desesperanza.




Un poco más de dolor para quien no tolera otro gramo de el. Los dientes hechos pedazos y las fronteras entre los cuerpos y el vacío se pierden en el horizonte del jamás.




Una pequeña dosis de mierda que agrieta mis labios y los añicos de mi latir tenue que apenas logro percibir esta noche encima del estruendo de las cosas que no existen y nunca existieron. La amargura de mi boca me recuerda el sufrir de esta noche y las demás que antes me arrastraron por las calles de la vergüenza y desolación que son mi día a día. Estoy cansado de esperar el final, lo quisiera apresurar y por fin terminar de morir, pues, desde el día en que muriendo nací no he dejado de morir. Mi sangre una vez oscura por el el hierro que en ella había, ahora es clara, casi transparente, sin espesura, sólo lleva suciedad y nada más, un sucio animal más, un vicioso engendro de la apatía y la desvergüenza de la vida, una bestia sarnosa que no existe sin aflicción, siento el valor de la furia pero lo carezco, me pierdo en la miseria de mi tristeza y nada más, nunca jamás seré más que una cosa que deambulante en las afueras del paraíso infernal en el que nos encontramos abandonados y perdidos en el desamor llevara por siempre el olor del fracaso. Ninguna palabra contiene la fe necesaria para salvar hoy mi alma, ningún sueño lleva suficiente dulzura para matar mi amargura, nada es igual, nada es, nada soy, nada seré. Nunca más.







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