Postración

Another blog about nothing and everything all at once..

lunes, febrero 07, 2005

 

Bar de carretera






Era un viernes o sábado, sinceramente, no lo recuerdo, pero eso no importa. Era de noche, afuera llovía, adentro sólo goteaba el techo, el frío se metía desesperadamente en busca del calor de aquel interior. Aquel era frío de desierto y viajaba sobre los hombros de las agresivas corrientes de aire que lo habitan y violentamente sin cesar golpean los muros y ventanas de aquel viejo bar de carretera entre La Paz y Los Cabos, Baja California Sur. El bar estaba vacío y parecía ser mío y de nadie más, con todos sus mozos a mi disposición, había música en la rockola, pero en ningún momento irrumpió en mis oídos. Yo solamente estaba sentado sobre mi taburete frente a la barra tomando un martini tras otro, mientras escribía en mi cuaderno de notas algo que no recuerdo. Pero, eso no importa.



Las razones por las que estaba ahí, ahora ni siquiera las recuerdo, pero eso no importa, no tienen ninguna relevancia, no hay nada que en este mundo la pueda tener. La única razón por la que hago este esfuerzo por plasmar sobre el papel algo sobre esa noche que igualmente no importa, es Clarissa. Clarissa, es la razón ausente de razón.



Ella.




Clarissa entro por aquella vieja y rechinante puerta, que inmediatamente anuncio su presencia, tornando a ella en el centro de atención de todos los presentes en aquel viejo bar de carretera. Deslumbro a todos con su belleza y la belleza de la sangre que lentamente recorría la delicadez de su cuerpo, brotando en espesos chorros de continuidad. Las heridas no parecían ser muy graves, ni presentaban una clara idea de cual había sido su causa, pero el rastro dejado anunciaba un antaño del flujo haciendo el recorrido hacia el exterior de su cuerpo a través ves de ellas.



Después de quedarse inmóvil durante unos eternos segundos en el umbral, Clarissa se acerco a la barra y ordeno un whisky sin titubeo alguno.



Estiro el brazo sin dudarlo y llevo el trago envuelto en convicción a su boca hasta topar el fondo. Lo tomo puro. Ella no se andaba con chingaderas, así es, nada de esas fregaderas de diluirlo en soda o con hielo, si, así es, ella no se andaba con chingaderas, lo tomaba puro. Así como salía de la botella ella tomaba el agua de la vida, sin hacerle mueca alguna, simplemente lo tomo y pidió otro. Después giro la cabeza en mi dirección, me miro fijamente a los ojos, en los suyos había un fuego intenso que me dejo en cenizas, y me pregunto, “¿Tú qué me ves imbécil?”.



Yo solamente con la cola entre las patas le quite los ojos de encima, aleje mi mirada hacia las hojas de mi cuadernillo, donde encontré algunas letras borrosas que no valían nada, diciendo, “disculpe usted, señorita”.



Escuche a Clarissa empinar su trago y posar el vaso vacío sobre la barra con la firmeza suficiente para resonar en todo el bar. Después, ella se acerco a donde estaba sentado yo, giro mi taburete con fuerza, y una vez que me tuvo cara a cara simplemente estiró su mano, con ella sujeto y me aplasto los huevos. Fuera de una especie de grito sofocado que deje escapar, no pude hacer nada más que mantenerme hechizado por el modo encantador en que la sangre que seguía brotando de sus heridas hacia juego con el rojo de su vestido rasgado. Y ella aun sujetandome dijo, -“Vete a la verga, amigo!”- Me mantuve quieto, no pude mover ni un solo músculo, la fuerza y la furia en sus ojos me prevenían de que hacerlo sería un error fatal. No me soltó hasta el momento en que giro para irse al baño de mujeres, dejandome unas cuantas gota de sangre sobre mi pantalón que aun después de tanto tiempo no se han podido desprender.



Después de recuperar mi aliento inmediatamente tuve que darle un trago a mi martini. Creo que ningún otro trago, de ningún otro maritini que e jamás se encontrara con mi sed insaciable, ningún otro me ha quitado tanta presión de encima. Uno de los meseros se acerco, inclinandose hacia mi, no recuerdo su nombre, pero sinceramente, eso no importa, y él me comento, -“Vaya!, que mujer!, amigo”-.



Si, vaya que mujer era aquella en al interior del baño de mujeres de aquel bar, aquel solitario bar, aquel viejo bar de carretera. Paso algún tiempo y finalmente la lluvia decidió cesar, aunque el techo continuo goteandose en un extraño y cambiante ritmo, afuera el viento soplaba con menor fuerza , dejando muchas veces al frío a la mitad del camino. Pero Clarissa siguió tras la puerta del baño de mujeres durante todo ese tiempo. Aunque, muy conscientes estábamos del tipo de consecuencias que podían caer sobre aquel que molestara a Clarissa, esto no fue suficiente para calmar el ansia provocada por desconocer lo que sucedía en el interior de aquel baño de mujeres de aquel viejo bar de carretera.








Aquella fue la primera vez que vi un arco iris de noche.



Clarissa había tomado del suelo de aquel baño, uno de los trozos de vidrio del espejo que ella misma estrello, después deslizo su filo de un extremo al otro de su cuello y de ambas muñecas, dejando sobre la superficie del espejo que había dejado intacto, escrito con su sangre: “Mi nombre es clarissa...”, al desplomarse hacia los brazos de la muerte, la palma de su mano derecha se llevo con ella el final del mensaje dejando una mancha corrida y un secreto en su lugar.



Esa fue la ultima ocasión en que pare un pie dentro o cerca de aquel viejo bar de carretera del cual no recuerdo el nombre. Sin embargo, lo que recordare por siempre, es que ella llevaba puesto un radiante vestido rojo que hacia juego con el color de su sangre. Jamás he regresado, ni regresare a aquel viejo, solitario, miserable y maldito bar de carretera, pues, me da miedo pensar que de hacerlo la encontraría una vez más y ella me volvería aplastar los huevos.







Comments: Publicar un comentario



<< Home

Archives

agosto 2004   septiembre 2004   octubre 2004   noviembre 2004   diciembre 2004   enero 2005   febrero 2005   marzo 2005   abril 2005   mayo 2005   junio 2005   julio 2005   septiembre 2005   marzo 2009  

My music

This page is powered by Blogger. Isn't yours?