Postración

Another blog about nothing and everything all at once..

jueves, septiembre 09, 2004

 

Being Ouroboros adaptation







Todos somos una sola cosa, teniente. Me di cuenta de eso. Como células en un cuerpo. Pero no vemos el cuerpo. Como un pez no ve el mar. Así que nos envidiamos. Nos lastimamos. Nos odiamos. Qué ridículo. Una célula de corazón odiando a una de pulmón.”

Cassie, de The Three





Cuatro mil millones y cuarenta años de adaptación después de haber sido un simple organismo unicelular, Charles Kaufman abre los ojos en ésta, la mañana del primer día del resto de su vida; al igual que yo él es un cliché ambulante. Ambos tenemos algo que hacer, pero nuestra falta de esa capacidad de adaptación que los demás miembros de la especie parecen tener nos deja desvalidos, preguntándonos: ¿Qué estoy haciendo aquí?







“La adaptación es un proceso profundo. Significa que te las ingenias para prosperar en el mundo.” Pobres nosotros los inadaptados, condenados por siempre a la miseria, sin jamás poder llegar a saber cómo diablos es que llegamos a existir en este momento en el tiempo. La vida “es un viaje de evolución, de adaptación. El viaje que todos hacemos. Un viaje que nos une a todos”, viene y transcurre fácilmente para algunos. Pero nunca es así con tipos como Charles y yo. “Según Darwin, todos venimos del mismo organismo. Y, sin embargo, aquí estoy yo.”







¿Hay una soledad más absoluta? Charly no quiere que su guión cinematográfico arruine la novela en que está basado, convirtiéndola en una película de Hollywood; se pregunta por qué no puede haber una película sólo sobre flores. Rael no quiere escribir tan sólo un texto obtuso para algún estúpido profesor de la facultad de ciencias humanas, se pregunta, al igual que Kaufman, cómo comenzar, cómo llegue aquí.







“El cambio no es algo que tú decides”, es descubrir que nuestra musa es sólo una vieja solitaria, desesperada y drogadicta (por decirlo de alguna manera). Para poder empezar, necesito establecer el tema; pero, en realidad no sé si éste es la adaptación de Charles o la mía. El tema será la esperanza o la desesperanza; tal vez ni siquiera hay un tema para empezar y sólo soy un maldito inadaptado buscando algo que le dé un poco de sentido a su existencia, en un lugar donde no tiene ni el más mínimo sentido buscar algo que tenga sentido y mucho menos para algo tan impertinente como mi vida. Sinceramente creo que estoy perdido en otro enorme delirio de grandeza.







Nos hemos convertido en Ouroboros, Charly y yo. Hoy es el primer día del resto de mi vida, mis ojos están abiertos; pero, en realidad no, a quién quiero engañar, no hay futuro, eso quedo claro en los ’70 y está más que claro esta mañana. La adaptación es un proceso profundo; sin embargo, soy incapaz de encontrarle algún significado a estar aquí jodiendo, literalmente, prácticamente.







Pero al final sé que Charles encuentra su propia orquídea fantasma, no en esa forma que el quisiera, pero la encuentra, irónicamente a la manera del contenido de una película hollywoodense: drogas, sexo, armas, persecuciones en autos y con personajes que aprenden profundas lecciones de la vida, que acaban cayéndose bien, que vencen obstáculos y triunfan al final.







Porque éstos son los ingredientes (bueno, algunos) de una vida verdaderamente plena. No imaginar cómo seria estar en el lecho de muerte sin haber conocido el sexo en cualquiera de sus deliciosas presentaciones, la sensación de poder que te brinda el disparar un hermoso revolver recién limpiado, escuchar el rugido del motor de un Mustang a toda velocidad después de que llega la judicial a la tiendita donde haces tus compras. Pero supongo que los últimos probablemente siempre serán los primeros en importancia, los que más hacen crecer el alma gastada que todos llevamos dentro día con día y toda esa mierda.






“Tú eres lo que amas, no lo que te ama a ti.”







Una lección difícil, pero que todo inadaptado debe aprender para poder vivir en un mundo que no deja de cambiar que, perpetuamente falto de sentido, gira y gira sin parar y sin tomarnos en cuenta, pues, finalmente la vida es una tómbola de luz y de color. Es por esto que podemos amar a quien queramos. Ahora, sin jamás haber comenzado, necesito encontrar un final cuyo alcance vaya más allá del papel. Consciente de que el cambio debe venir de adentro de cada quien, lo dejo en sus manos, pequeños camaleones, mientras que yo, una vez más, teniendo en mente en cada momento a Gregorio Samsa y la manzana en su costado, estoy aquí sin saber por qué.







Pero, haciendo todo eso a un lado, ya sé cómo acaba el texto. Acaba con Rael escribiendo en la computadora de su novia, después de mandarla a ver Adaptation en el cuarto de enseguida sabiendo como acaba el texto, lleno de esperanza por primera vez en la semana.








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